Las personas que padecen enfermedades crónicas, los ancianos y los niños, son más vulnerables a la contaminación del aire. Un reciente informe de la OMS afirma que en 2012 unas 7 millones de personas murieron como consecuencia de la exposición a la contaminación atmosférica. Este número confirma que se trata del mayor riesgo ambiental para la salud del mundo.
Los contaminantes se clasifican en partículas en suspensión (polvos, neblinas y humos), contaminantes gaseosos (gases y vapores) y olores. Según su origen, los contaminantes pueden ser derivados de la actividad humana, o resultantes de procesos de la naturaleza.
Estudios en el Gran La Plata muestran elevados niveles de material particulado (MP), Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAPs) y Compuestos Orgánicos Volátiles (COVs) en el casco urbano y en áreas cercanas al polo petroquímico, además de efectos adversos en la salud de la población.