Las formas de producción intensivas en el campo requieren del uso de agroquímicos que salven la degradación de los suelos y permitan un aumento en los beneficios económicos. Es por esto que, en las últimas décadas, se ha producido un aumento en el consumo de pesticidas y abonos. Un estudio realizado en el año 2013 por la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE) detalló que el consumo de agroquímicos aumentó un 858% en los últimos 22 años, mientras que la superficie dedicada al cultivo creció solo un 50% y el rendimiento de éstos apenas se incrementó un 30%.
El amplio uso de estos compuestos junto con la falta de normativas y controles otorgan un elevado riesgo para la salud de los ecosistemas y del ser humano.
Este escenario ambiental ha desencadenado muchas inquietudes en la comunidad. En Argentina se han producido distintos focos de conflictos socioambientales en torno a esta problemática. Surge así la necesidad y la demanda de información científica para evaluar los impactos de esta actividad sobre la población y el ambiente.